El ICAM rompe el tabú de la salud mental en la abogacía

Cada vez más profesionales perciben una apertura generalizada hacia el discurso del bienestar mental y se sienten más capaces de hablar

Irene Cortés
Irene Cortés
Periodista jurídica

A través de la Fundación ICAM-Cortina, el ICAM ha realizado la ‘I Encuesta sobre salud mental de la abogacía madrileña’, en la que un millar de profesionales de diferentes edades y formas de ejercicio dan cuenta del estado de bienestar psicológico, emocional y físico de la profesión. En sus resultados se infiere el camino para transformar la cultura del bienestar integral en el sector legal, desestigmatizar los problemas de salud mental y promover un entorno de trabajo más saludable y equilibrado.

Jornadas maratonianas que se alargan durante horas. Una carga de trabajo elevadísima que convierte el día a día en un agobio constante. Plazos estrictos que exigen estar disponible casi 24/7. Y, para colmo, una retribución que, en la mayoría de los casos, es insuficiente y no se ajusta a la elevadísima responsabilidad que exige el trabajo. Para muchos abogados, estos elementos forman parte de su rutina diaria. La ansiedad, el estrés y la falta de desconexión son una realidad tan extendida en el sector legal que los profesionales asumen que son intrínsecos a la profesión y evitan hablar de ello. Desde siempre, los problemas de salud mental y bienestar emocional han sido uno de los grandes temas tabú en la abogacía. Ahora bien, esta visión parece estar perdiendo fuerza en el colectivo.

Según revela la I Encuesta sobre salud mental de la abogacía madrileña, elaborada por el Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) y la Fundación ICAM-Cortina, más de la mitad de los abogados percibe una apertura y normalización hacia el discurso del bienestar mental. El 30% dice, además, haber notado un aumento de la conciencia dentro de su despacho hacia esta cuestión y dos de cada diez confiesa sentirse más capaces de hablar de sus problemas personales en el entorno laboral. La macroencuesta, que nace con el objetivo de conocer el nivel de bienestar mental, psicológico, emocional y físico de los colegiados madrileños, aglutina las respuestas de más de mil profesionales de diferentes edades y que ejercen en todo tipo de bufetes: desde firmas unipersonales hasta asesorías jurídicas de empresa o grandes bufetes.

Según los datos recopilados por la corporación madrileña el cambio de mentalidad está especialmente presente entre las profesionales mujeres y los más jóvenes. Son ellos los que muestran una visión más abierta ante este debate frente a sus compañeros varones más veteranos y no comparten el estigma que suele asociarse a los que comparten su situación. Del mismo modo, los letrados de grandes bufetes de la capital son más partidarios de hablar con normalidad sobre salud mental frente a sus compañeros que ejercen en firmas unipersonales, que se muestran mucho más reticentes. El tabú, aunque aún presente, va agrietándose.

Acabar con el estigma que históricamente ha rodeado las cuestiones de salud mental fue precisamente uno de los grandes objetivos del ICAM al impulsar esta iniciativa. “El estudio no solo revela datos cruciales sobre el estado de bienestar de nuestros profesionales, sino que también marca un hito en nuestra misión de romper el tabú hacia la salud mental presente en nuestra profesión durante demasiado tiempo. Es algo de lo que no se hablaba, pero no porque no existiera”, puntualiza Eugenio Ribón, decano del ICAM. La visibilidad de esta realidad es, por tanto, un objetivo crucial para el Colegio. “Nuestra meta es clara: transformar la cultura del bienestar integral en el sector legal, desestigmatizar los problemas de salud mental y promover un entorno de trabajo más saludable y equilibrado”, enumera.

Ahora bien, aunque la encuesta da datos ciertamente esperanzadores, el sector tiene todavía mucho camino por recorrer. Al fin y al cabo, un porcentaje importante de abogados sigue sin sentirse cómodo para hablar con sinceridad en el trabajo sobre sus preocupaciones o posibles dolencias que afecten a su bienestar psicológico y mental.

Aunque los motivos son diversos, hay uno que destaca sobre el resto: el miedo a que hablar de ello les pueda generar un impacto negativo en su trayectoria profesional u oportunidades laborales. Cuatro de cada diez letrados confiesan tener este temor. Muy en esta línea, otra razón mencionada es la falta de confianza de que vayan a recibir una respuesta adecuada (20%), mientras un porcentaje similar admite haber compartido esa información en su despacho sin obtener ningún apoyo o ser este insuficiente.

Otras explicaciones dadas por los letrados para evitar hablar sobre salud mental son el temor a ser tratado de forma diferente, que los compañeros y los superiores resten importancia al asunto y el miedo a no ser creído o tomado en serio.

Seis de cada diez letrados sufren ansiedad

La necesidad de romper por completo el tabú de la salud mental en la abogacía resulta crucial teniendo en cuenta la apabullante presencia de problemas de salud mental y malestar psicológico. Según refleja el sondeo, la ansiedad es uno de los síntomas más presentes entre los letrados, y más de seis de cada diez (el 66%) dicen haberla sufrido en el último año. Del mismo modo, casi la mitad han experimentado en algún momento fatiga, pensamientos negativos y deprimentes y alteraciones emocionales en los 12 meses previos a la encuesta.

A la hora de analizar la causa principal del malestar, los letrados destacan de forma especial la incapacidad para poder descansar y desconectar del trabajo. En segundo lugar, se encuentra la presión para trabajar largas horas, seguido de la falta de herramientas para administrar eficazmente el tiempo, la incapacidad para conciliar, la ausencia de reconocimientos o valoración del trabajo por parte de sus empleadores, la presión para cumplir con los objetivos (horas facturables, captación de clientes, etcétera) y la falta de claridad sobre lo que se espera de ellos en el trabajo.

“En mi trayectoria, he visto cómo colegas brillantes y dedicados se han visto abrumados por la carga de trabajo, los plazos inamovibles y la presión por cumplir con las expectativas de los clientes. Conozco historias de ansiedad, agotamiento y una profunda sensación de soledad, especialmente entre aquellos que trabajan en despachos unipersonales o en estructuras laborales complejas. Estas experiencias no son aisladas; son una realidad compartida por muchos en nuestra profesión y que, por fin, este estudio cuantifica y visibiliza para avanzar en las soluciones”, lamenta en este sentido Isabel Winkels, vicedecana del ICAM.

La presencia de estos síntomas lleva a los letrados a evaluar su trabajo como un elemento nocivo en su vida. La mitad de ellos considera que la profesión impacta de manera negativa o extremadamente negativa en su estado mental y psicológico. En la misma línea, cerca de la mitad de los encuestados indican que su estilo de trabajo les impide pasar tiempo con su familia y amigos.

Sobre este punto se pronuncia uno de los abogados, que critica la presión para estar disponible constantemente. “La necesidad de estar conectado las 24 horas del día, los siete días de la semana, me ha hecho imposible conciliar mi vida laboral con la personal. Incluso durante las vacaciones, se espera que esté disponible para resolver problemas”, lamenta.

Fruto de esta situación, la desilusión hacia la profesión se ha instalado en el ánimo de los abogados y se ha convertido en una sensación compartida que, además, aumenta con el tiempo. “A medida que llevo más años ejerciendo noto un aumento en la crispación que me produce el sector legal en general”, explica uno de los encuestados, y señala la poca valoración social en la profesión, los bajos sueldos y las faltas de respeto y de empatía por parte de jueces, magistrados y fiscales como algunos de los elementos que alimentan el desencanto.

Para algunos (cerca del 25%), la situación es tan crítica que se han planteado dejar la profesión para buscar otro empleo u opositar. Un porcentaje similar, además, se ha sentido en algún momento incapaz de desempeñar su trabajo y cuatro de cada diez han pensado darse un descanso, aunque luego no lo han hecho.

Mujeres y jóvenes, los más estresados

Aunque los síntomas de malestar psicológico son una realidad generalizada en el sector, estas sensaciones suelen ser más frecuentes entre las mujeres y, en especial, los más jóvenes. Así, el estudio muestra que ambos colectivos tienden a sentirse más intranquilos, duermen peor y sufren tasas más elevadas de estrés y ansiedad.

Concretamente, solo una de cada cuatro abogadas dice haberse sentido tranquila y relajada en las últimas dos semanas, mientras que, entre los hombres, el porcentaje roza el 40%. Del mismo modo, las mujeres afirman no tener capacidad para tomar tantos descansos como sus compañeros varones, y los menores de 30 años experimentan una presión más alta para trabajar muchas horas en comparación con los abogados de mayor edad.

Los colegiados más noveles son, a su vez, los más propensos a ver su trabajo como un factor de malestar en su vida. De hecho, seis de cada diez menores de 30 años afirman que la profesión tiene un impacto negativo en su estado mental y psicológico, y tan solo el 16% califica el trabajo como influencia positiva. Por el contrario, casi la mitad de los profesionales mayores de 60 se inclinan por la visión optimista.

A la vista de estos resultados, la vicedecana del ICAM manifiesta su preocupación y subraya el compromiso de la institución con ambos colectivos. “Estos dos grupos específicos han expresado de manera más significativa la necesidad de obtener apoyo y orientación relacionados con el bienestar integral en sus lugares de trabajo. Como Colegio, vamos a reforzar nuestras respuestas dirigidas a estos colectivos”, subraya.

La respuesta de bufetes y empresas: ineficaz o irrelevante

Frente a este malestar generalizado en el colectivo, hay otro dato que llama la atención: la falta de iniciativas efectivas por parte de los bufetes y otras entidades para hacer frente a los problemas relacionados con la salud mental. Según revela el sondeo, alrededor del 80% de los letrados consideran que la respuesta que dan ante problemas vinculados al bienestar es ineficaz o irrelevante. La mayoría desconoce directamente lo que hacen sus bufetes o empresas para dar apoyo a los profesionales y abordar cuestiones como la ausencia de herramientas para administrar eficazmente el tiempo, la falta de claridad sobre lo que se espera de ellos en el trabajo o la incapacidad para hacer descansos, entre muchas otras.

“El ambiente tóxico en algunos despachos hace que la necesidad de apoyo emocional sea aún más evidente. Todos deberíamos tener acceso a espacios donde podamos expresar nuestras inquietudes y recibir el respaldo necesario para mantenernos emocionalmente saludables”, comenta uno de los participantes en el sondeo. En líneas similares se expresa otro abogado, que incide en la sensación de soledad e incomprensión de algunos profesionales fruto de la carga de trabajo y el estrés. “Es vital contar con espacios de interacción donde podamos compartir experiencias y recibir apoyo emocional de nuestros colegas. La comunidad legal debemos reconocer esta necesidad y proporcionar espacios de interacción donde podamos cuidarnos mutuamente”, subraya.

Las únicas medidas mencionadas (y aplaudidas) por los letrados son la implantación del teletrabajo y la adopción de modelos de horarios flexibles. De hecho, el trabajo remoto es la solución predilecta de los abogados para mejorar su bienestar, al considerar que reduce el estrés relacionado con los desplazamientos y permite una mejor gestión del tiempo.
Pero no es oro todo lo que reluce. Aunque admiten los beneficios del teletrabajo (como una mayor flexibilidad horaria y posibilidad de conciliar con más facilidad), los letrados también alertan sobre los efectos negativos y muchos dicen haber experimentado un aumento de la carga de trabajo y una presión para estar siempre disponibles.

Objetivo: combatir el ‘mobbing’

Pero entre todas estas carencias percibidas por los profesionales hay una que destaca especialmente, y es el desconocimiento que existe hacia las iniciativas para atajar el acoso personal o mobbing. La mitad no sabe si su firma cuenta con protocolos de actuación en esta línea, y tres de cada diez califican las medidas en este sentido de ineficaces.

Esta ineficiencia o ausencia directa de protocolos se refleja también en algunos de los testimonios anónimos reflejados en el sondeo. En uno de ellos, una abogada confiesa sufrir acoso laboral desde hace meses, “pero no lo denuncio por miedo a perder mi trabajo. Quieren despedirme y me han arrinconado profesionalmente hablando para que sea yo la que abandone en lugar de pagarme la indemnización que me corresponde”. En otro de los testimonios, un letrado cuenta haber dejado su último puesto de trabajo por el hostigamiento que sufría del responsable de equipo. “El acoso consistía en sobrecarga de trabajo en puentes, festivos, Navidades, sábados. Si no cumplía con el trabajo en los estándares de calidad que esa persona esperaba, me insultaba”.

Las carencias en este sentido son relevantes, ya que, aunque los datos no muestran que sea un problema extendido en la profesión —solo un 10% confiesa sufrirlo de forma habitual—, los resultados sí dan a entender que es un tema especialmente tabú. Al ser preguntados sobre si habían sufrido acoso personal o intimidación en el trabajo en el último año, más del 40% de los participantes prefirió no contestar.

Más allá de las medidas dirigidas a combatir el mobbing, los resultados generales evidencian que bufetes y empresas tienen todavía un largo camino por recorrer en materia de bienestar psicológico y mental. Las entidades del sector deben no solo esforzarse por comunicar mejor los programas que implementen, sino también ampliar medidas que promuevan activamente el bienestar de sus empleados, especialmente en áreas como la flexibilidad laboral, apoyo psicológico y políticas de bienestar general.



El dinero ¿no? da la felicidad

Dentro de las iniciativas que se puedan poner en marcha, hay una que destaca como especialmente efectivas, y es la retribución. Seis de cada diez abogados afirman que el nivel de ingresos netos de su trabajo afecta positivamente a su bienestar. Este vínculo entre una nómina abultada y una mejor salud mental está especialmente presente entre los profesionales varones, independientemente de su edad, y los abogados que ejercen en grandes despachos.

Ahora bien, aunque casi todos admiten que un buen sueldo impactaría positivamente en su bienestar general, el 77% matiza que no está satisfecho con su retribución actual. De hecho, se percibe un sentimiento generalizado en el sector de deterioro en la valoración del trabajo legal, tanto en términos de reconocimiento profesional como económico

“Apenas hay reconocimiento a ningún nivel, pero mucho menos económicamente hablando”, afirma uno de los encuestados, mientras que otro califica los salarios de “paupérrimos” en comparación con el tiempo dedicado al trabajo. “Mi perspectiva se ha vuelto más negativa, si cabe. Además, el trato que se recibe tanto por las administraciones públicas como por los propios juzgados y tribunales deja mucho que desear”.

Otra medida que los letrados califican de necesaria es ofrecer servicios de ayuda psicológica o coaching. En este sentido, los letrados dan recomendaciones concretas a firmas y empresas, como firmar convenios con firmas especializadas para ofrecer terapias a precios razonables, impulsar sesiones para dar herramientas para gestionar el estrés y la ansiedad u organizar talleres de concienciación, entre otras cosas.

La conciliación es otro pilar importante para promover el bienestar. Así, los encuestados piden a las organizaciones que hagan más esfuerzos para facilitar la conciliación y, sobre todo, para fomentar una mentalidad favorable y positiva hacia las medidas orientadas en este sentido. Las reivindicaciones más mencionadas están dirigidas a que se promueva la concienciación de los abogados más senior y los socios sobre la importancia de la conciliación. “Sobre el papel está muy bien, pero si en la práctica los que mandan actúan de manera contraria y se les premia por ello, la teoría no sirve para nada”, asevera un letrado.

Servicio telefónico del ICAM

Más allá de las medidas que deben poner en marcha los centros de trabajo, en julio de 2023, el ICAM puso en marcha dos líneas telefónicas de apoyo psicológico y emocional para sus colegiados. El objetivo de ese proyecto, que se enmarca dentro del Programa de Bienestar Integral de la Fundación ICAM Cortina, es promover una mejor salud mental en la profesión. La primera línea está enfocada en dar apoyo psicológico a los profesionales de la abogacía y es atendida desde las 10 de la mañana hasta las ocho de la tarde por psicólogos especializados en primera atención y acompañamiento. La segunda linea, por su parte, está pensada para situaciones de crisis, por lo que está operativa todos los días del año durante las 24 horas. Ambos servicios son gratuitos.

Uno de estos especialistas es el psicólogo clínico Joan Francesc Serra Pla. “La demanda más frecuente es la ansiedad, seguida del burnout y el estrés laboral, pero también llegan demandas de todo tipo: problemas interpersonales, insomnio, duelo, situaciones de alto impacto emocional vivido, sintomatología depresiva, etcétera. Los síntomas de depresión, como cansancio, apatía, tristeza, llanto, o desmotivación, también son frecuentes. En muchas ocasiones no saben cómo manejar el malestar emocional que les generan todas estas situaciones y acuden para recibir ayuda psicológica”, enumera.

¿De dónde vienen estos síntomas? Aunque el ritmo de trabajo influye, el profesional matiza que un elemento crucial en este análisis es el locus de control interno. Este concepto hace referencia a la percepción del individuo de que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones. “Cuando aumenta la sensación que el resultado depende de lo que yo haga, es fácil que se acaben destinando un exceso de recursos personales al trabajo y a la larga se traduzca en una sensación de mayor agotamiento”, aclara.

Ahora bien, desde el Colegio madrileño matizan que la implantación de estas líneas no es la única medida pensada para promover el bienestar psicológico y emocional en el colectivo. “Estas iniciativas son solo el comienzo de una estrategia más amplia y continua para mejorar la salud mental de nuestros colegiados”, señala Ribón. “El Observatorio de Bienestar de la Abogacía, en colaboración con colegios profesionales de psicología, medicina y trabajo social, seguirá siendo un pilar fundamental en este esfuerzo. Es fundamental que nuestros abogados y abogadas sepan que no están solos y que el ICAM está a su lado”, zanja.

Combatir la soledad, el próximo reto

Como coordinadora técnica del Observatorio y tras haber participado en la cocina de la encuesta sobre salud mental, la abogada experta en bienestar organizacional Mariola Quesada identifica uno de los grandes desafíos que deberá afrontar el ICAM a través del Programa Bienestar: la soledad de los abogados y abogadas que trabajan en un despacho unipersonal. “La encuesta revela que los abogados que ejercen de forma unipersonal exhiben una peor salud mental, lo que no sorprende dada la gran mayoría que representa este grupo en la abogacía madrileña. Muchos están también en el Turno de Oficio, enfrentando una presión adicional. Esta forma de trabajar incrementa la sensación de soledad, un dato preocupante pero iluminador que ya estamos abordando de cara a la próxima edición del programa con el objetivo de reducir esa percepción de aislamiento y mejorar su bienestar”, concluye.

Irene Cortés
Irene Cortés
Periodista jurídica

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