¿Para qué me sirve la inteligencia artificial? Así pueden los bufetes aprovechar su potencial en el día a día

Ilier Navarro
Ilier Navarro
Periodista especializada en información de tribunales

Cada cambio tecnológico supone una revolución en las formas de trabajo y esto también ocurre en los despachos de abogados con la irrupción de la inteligencia artificial (IA).

Como toda novedad, existen ciertas barreras que muchos relacionan con la desconfianza y el desconocimiento. Pero lo importante son los hechos y sus efectos en el día a día de los bufetes. Si ponemos el foco en lo práctico, ¿qué impacto tiene la IA en el trabajo de los profesionales de la abogacía?

Parece confirmarse que esta innovación es algo más que una moda y algunos profesionales del Derecho se han lanzado de lleno a experimentar con ella. Algunos comparten sus aprendizajes en este reportaje para dar a conocer el potencial de la IA generativa, arrojar luz sobre las tendencias que marcarán su futuro en el sector legal y señalar aquellas áreas en las que puede resultar más útil y en cuáles no.

Lo primero es conocer las distintas categorías de IA. La primera de ellas incluye funcionalidades generativas, que ayudan en la redacción de documentos, con asistentes de escritura que en muchos casos ya se han integrado en los procesadores de texto. Por otra parte, está la generación de documentos de manera automatizada a partir de modelos, algo que requiere de un diseño previo de plantillas no exento de complejidad.

Por último, está el procesamiento avanzado de datos de distintos formatos para convertirlos en textos legales que se puedan incluir en escritos que se presentan en los procedimientos ante los órganos jurisdiccionales. Esto conlleva un entrenamiento previo de la IA y la inclusión de casos propios, de antecedentes, para que pueda procesar el texto siguiendo unas directrices que mejoren su fiabilidad, que es la pieza clave.

Precisamente los errores o que cite jurisprudencia que no existe, es decir, que invente sentencias, es uno de los puntos que genera desconfianza. Son las alucinaciones: la IA puede empezar a inventar jurisprudencia si no encuentra una sentencia. Para Sara Molina Pérez-Tomé, copresidenta de la sección de Innovación y Abogacía del Colegio de la Abogacía de Madrid, la clave para sortear estos recelos sobre los riesgos en su uso está en el mercado.

“Existen herramientas que han desarrollado empresas de nuestro sector y que están verticalizadas, en las que se han asegurado de que no haya riesgos de alucinaciones. Ayudan a combatir ese miedo o esa aversión porque ya tienen depurados los resultados. Además, elimina el riesgo relacionado con la propiedad intelectual, entre otros”, señala la experta.

La mayoría de los errores se producen al citar jurisprudencia, tal como destaca José Manuel Raya, socio de Laboral de DMS Legal que ha experimentado con inteligencia artificial y publica sus avances en Twitter. Es importantísimo, indica, que los despachos que cuenten con soluciones más adaptadas, algunas de ellas de editoriales jurídicas y de empresas especializadas en el sector legal, las entrenen con contenido propio y específico. En todo caso, “el Cendoj sigue siendo muy útil en esto”, señala.

En general, los especialistas consultados no recomiendan utilizar con fines profesionales las inteligencias artificiales de código abierto, las que se pueden utilizar de forma gratuita, por la probabilidad de que incurra en equivocaciones. Borja Adsuara, abogado experto en Derecho digital, también incide en la atención a los posibles errores con una recomendación: “No hay que caer en la pereza de pedirle todo a Chat GPT”.

La IA, una navaja multiusos

El uso de la inteligencia artificial en un despacho es transversal: es para cualquier despacho, de cualquier nivel y de cualquier tamaño. “Yo ya no hago ni un solo juicio sin utilizar la inteligencia artificial como herramienta de ayuda, no como un sustitutivo. La evolución que está teniendo en el último año para procedimientos como reclamaciones tipo cláusula suelo es enorme”, explica José Manuel Raya. “Es solamente es una herramienta de ayuda, pero las expectativas se han cumplido antes de hora”, concluye.

Algunos equiparan el potencial de la IA en el ámbito jurídico con el de “una navaja multiusos porque permite hacer de todo”, tal como recalca José Ramón Moratalla, copresidente de la sección de Innovación y Abogacía del ICAM. Con la irrupción de Chat GPT se crea la figura del asistente jurídico, capaz de asimilar el documento, y sobre ese texto se pueden lanzar preguntas. “Pero ahora ya está pasando a ser una relación conversacional, dialogas con el documento y con los relacionados o con los que son parecidos. Si estás redactando un contrato, a través de la inteligencia artificial te sugiere un modelo y puedes preguntarle, depurarlo y hacer muchas más cosas”.

En cuanto a las áreas en las que se puede aplicar, Moratalla ve un encaje inmediato en los departamentos de gestión del conocimiento, de legal management o gestión de procesos, así como en la formación continua de los abogados. También lo ve en la relación con el cliente, porque el CRM estará vinculado a la IA. “La secretaria podrá ser un bot”, prevé.
En el trabajo diario, una de las áreas en las que Sara Molina ve un mayor impacto es en la gestión y generación documental. “Pero si ya vamos más allá, se está utilizando para la parte de gestión contractual, que puede ser lo más interesante”, explica. Con algo más de inversión, se puede contratar una IA generativa con más capacidad, de modo que los profesionales cuenten con un servicio en un entorno seguro, algo que no solo realizan los bufetes, sino también los servicios jurídicos internos de empresas.

La tercera opción, la más avanzada, implica los desarrollos “a la carta”, adaptados a medida a las necesidades del despacho, incluso a sus principios éticos y a las políticas corporativas con un diseño personalizado, ofreciendo soluciones automatizadas con unos estándares de seguridad operativa mayor.

Adsuara destaca que además de la IA generativa, con capacidad de redactar textos, está la extractiva, que encuentra asuntos, declaraciones, vídeos, una pista en una macrocausa que a una persona le llevaría horas encontrar, o la elaboración de resúmenes extractivos. “Te ahorran un tiempo valiosísimo para que te puedas dedicar a pensar sobre el caso”, advierte.

Volviendo a usos prácticos concretos, Raya señala que le ayuda a preparar interrogatorios. “Le subo una demanda o una sentencia favorable y una pericial, le pido que adquiera el rol de abogado demandante y que proponga un interrogatorio con el objetivo de acreditar los hechos, y te da de 10 a 15 preguntas abiertas y cerradas. También prevé las preguntas que va a hacer el contrario. Te da pie a preparar un juicio con muchas más garantías, sobre todo en la jurisdicción Social. Esa capacidad de prever preguntas y respuestas a efectos procesales, con un objetivo determinado, es muy interesante”, sostiene.

Algunas voces plantean, como punto negativo, el riesgo para la protección de datos. Moratalla recuerda que si se utiliza una aplicación que reside en Estados Unidos, habrá una transferencia de datos fuera del perímetro europeo. “Pero si es española, francesa o europea, se rige por la normativa de aquí y es fácil de controlar”.

“La barrera mental está en el desconocimiento”, reflexiona Raya, que comenta que así lo ha percibido en conferencias con abogados más veteranos, donde detecta un error en la percepción. “La IA no va a utilizar un informe o el contenido que le subas como lo hace Facebook o Instagram para hacer un perfil y venderte cosas”, advierte.

¿Se requiere de un gran desembolso? La inversión en este tipo de aplicaciones se puede adaptar de acuerdo a las necesidades de cada despacho, sea pequeño, mediano o de gran tamaño, con soluciones muy diversas que se pueden configurar con más o menos prestaciones, explican los expertos consultados.

Un asistente “mini yo”

La inteligencia artificial sigue evolucionando de manera continua, con saltos importantes cada dos o tres meses. La principal tendencia es que los despachos estén más automatizados. El futuro es hacer lo que se denomina “fine tunning” o la parte de depuración o entrenamiento fino de determinadas herramientas verticales. De este modo, se pueden realizar ajustes a un modelo preentrenado en base a datos específicos, información previa y con el foco en determinadas tareas para adaptar la IA a las necesidades del sector jurídico, mejorando su rendimiento y precisión.

“Hay que empezar a verlo como un sistema experto donde, aparte de las capas comunes, en cada despacho se añadirán los casos que han llevado, su conocimiento. Tienes que entrenar un ‘mini yo’, con todo mi conocimiento basado en la jurisprudencia, con mis casos, mis soluciones, para que te ayude como un mini asistente, que se base en mi conocimiento. Es una extensión mía”, explica Adsuara.

Otro avance se producirá cuando la IA logre contextualizar. “Se tiene que avanzar en una inteligencia contextual, porque ahora se limita a lo que es el repositorio, pero hay cosas que parecen evidentes, pero no las detecta. El reto es el análisis del contexto porque no relaciona ni conecta ideas”, prevé Moratalla.

Aunque Raya considera que habrá sustitución de personal en los despachos, especialmente en el sector administrativo, también existirá la necesidad de contar con personal capacitado y atraer perfiles que sepan utilizar la IA, darle las indicaciones y plantear las preguntas precisas. “Solo si no sabes utilizarla, la inteligencia artificial te va a sustituir a ti”, señala Adsuara. “Si te limitas a cortar y copiar formularios y demandas, eso lo hace mejor la IA. Tú mismo te pones la soga al cuello”. Por ello, propone una reflexión sobre qué aporta el abogado y qué aporta esta tecnología.

Otra tendencia de uso se basa en el efecto inspiracional y en la aportación de ideas y propuestas útiles para perfilar una estrategia procesal. La mejor fórmula será la combinación de talento senior con la IA y las habilidades técnicas de un junior.

Qué hace una IA como tú en un despacho como este

El cambio de mentalidad es uno de los muros que hay que derribar en el secor legal. Aunque hay abogados que se sitúan a la vanguardia y se animan a probar las innovaciones para conocer de primera mano sus aplicaciones y para poner a prueba su potencial, los expertos consultados reconocen que persiste la visión de “esto lo hemos hecho así toda la vida”.

No hay que conformarse con lo que hay, insisten, y se debe avanzar en una cultura más abierta a la ayuda que ofrece la tecnología. Para ello, según Molina, es crucial adquirir nuevas habilidades y competencias para no ser sustituidos, porque el valor del trabajo de un experto en Derecho ya no está únicamente en el conocimiento técnico jurídico. “La IA generativa es un punto de inflexión. No podemos seguir haciendo las cosas como veníamos haciéndolas”, señala. “Habrá que reinventarse”.

El pensamiento creativo y reflexivo será clave para aportar valor, según Adsuara. “Los abogados se han olvidado del artículo 3 del CC, que es la interpretación, el trabajo para determinar conceptos jurídicos indeterminados. La máquina te dará la literalidad de la ley, pero pensar para abrir nuevas vías de defensa lo tiene que hacer el ser humano” porque “la máquina no puede darle una pensada para saber si la ley está bien, si se puede interpretar de otra manera porque está obsoleta”. En definitiva, “pensar en Derecho con fundamentos jurídicos y no opinar como en una barra de un bar, no es tan fácil. A argumentar jurídicamente es a lo que hay que dedicar todo nuestro tiempo”, recomienda el experto.
Ilier Navarro
Ilier Navarro
Periodista especializada en información de tribunales

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